El resto de la semana transcurrió con total naturalidad, un tanto solitaria debido a la ausencia de actividades con mis amigos por las tardes, quienes preparaban mi cumpleaños. Si de mí dependiera, hubiese preferido algo no tan elaborado para no quitarles tanto tiempo, pero se veían incluso más entusiasmados que yo en esto, así que los dejé actuar a sus anchas con respecto a mi propia fiesta.
Llegado el sábado, día de mi cumpleaños, mis padres me dieron un delicioso desayuno, me regalaron un nuevo bolso, libros y fuimos a dar un paseo a caballo.
Ya en la tarde, bajamos los tres hacia la casa de Gastón, un hogar muy amplio y bastante acogedor. Su padre practica la caza y tiene toda la sala de estar decorada con sus peculiares trofeos tales como cráneos de lobos, cornamentas de alces, pieles de osos y lo que exhibe con mayor orgullo es un cráneo en perfecto estado de un coyote: animal muy difícil de ver por estos lados.
El patio trasero el cuál da hacia el lago estaba decorado con muchas guirnaldas que cruzaban de lado a lado, una gran mesa repleta de bocadillos muy apetitosos y un pequeño pero no menor grupo de regalos.
"¡Feliz cumpleaños!" -gritaron a coro Tania, Viviana, Derek, Gastón y Steve-.
La fiesta transcurrió muy amena y llena de alegría. Primero degustamos los bocadillos, luego jugamos patinando sobre el hielo y los adultos compartían bebiendo y conversando.
Ya cuando comenzaba a esconderse el sol decidimos finalizar la fiesta con la abertura de los regalos.
Después de ayudar a entrar las cosas del patio hacia la casa, fuimos a la sala de estar donde estaban los regalos en la mesa de centro y cogí el más cercano, el cuál estaba envuelto en papel verde claro con lunares blancos.
"Ese es el mío" -dijo Viviana-.
"Muchas gracias, amiga" -nos dimos un abrazo y abrí el envoltorio-.
Dentro había un conjunto de una manta de invierno con unas polainas a juego.
"Para que no sigas quejándote que no sientes las piernas en invierno, jajaja" -agregó Viviana-.
Hubo una breve carcajada grupal, momento en que dejé ordenado el regalo a un lado y tomé el siguiente, el cual era una larga y delgada caja.
"Ese es mío, te aseguro te servirá mucho" - dijo Steve guiñándome el ojo-.
Dentro de la caja había una caña de pescar con hilo y anzuelos.
"¡Genial, gracias! pero tendrás que enseñarme a pescar" -nos dimos un abrazo-.
"Claro, pero sólo la primera lección es gratis" -respondió-.
Le pasé la caña a mi padre, el cual se notaba interesado en el regalo, mientras tomaba el siguiente.
"Ese corre por cuenta de la casa" -dijo Gastón al ver que tomaba el regalo que él me había preparado-.
Eran un par de botas hechas de piel de animales, ideales para la nieve.
"Combinan con las polainas y el poncho, fue un acuerdo en equipo" -agregó Viviana-.
"Espero que sean de tu talla, sino me avisas y las arreglo" -comentó la madre de Gastón- "Las hice personalmente".
"Vaya, muchas gracias" -sonreí-.
"Las pieles usadas son de lo mejor, yo mismo las conseguí" -concluyó el padre de Gastón-.
El siguiente regalo, por las dimensiones, dejaba notar que se trataba de un libro.
"Ese es mío" -comentó Derek-.
Desenvolví con mucho cuidado el paquete y leí en voz alta el titulo.
"Moralejas de la no vida. Primera vez que escucho de él" -Comenté interesada-.
"Es una recopilación de varias historias cortas que dejan mensajes muy profundos con sus conclusiones, del tipo de libro que te agradan" -respondió Derek-.
"Muchas gracias" -nos dimos un abrazo y dejé el libro junto a los demás regalos-.
Cogí el último, el cual por descarte era de Tania. Lo abrí y dentro había un hermosa polera con una falda a juego y una chaqueta corta.
"¡Qué lindo! gracias" -agradecí maravillada, eran mis colores preferidos-.
"De nada amiga, la idea es siempre vernos hermosas" -dijo entre risas-.
Luego de ello, nos despedimos agradeciendo la hospitalidad y presencia de todos y tomamos rumbo de vuelta a casa, llegando a casa casi al anochecer.
Mis padres volvieron a felicitarme por mis quince años y se fueron a acostar. Subí a mi pieza, acomodé los regalos y me probé la polera con la falda. Por las costuras se notaba que lo había hecho Tania, me quedaba preciso en todo sentido y la tela era muy fresca. Las botas de Gastón me quedaron ligeramente más grandes, suficiente como para la próxima temporada fría y el poncho con las polainas tampoco tenían problemas. Dejé apoyada en un rincón de la pieza la caña que me dio Steve y me dejé caer en mi cama junto con el libro que me regaló Derek dispuesta a pasar la noche en vela leyendo, mal que mal mañana era domingo.
miércoles, 20 de abril de 2011
Original Origin Witch 002
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